martes, 24 de enero de 2012

Cambio de paradigma a raíz del movimiento estudiantil

Natalia Matus.

Sin duda, el 2011 fue un año caracterizado por las convulsiones sociales y el descontento ciudadano. Los estudiantes fueron los protagonistas de una lucha en la que las manifestaciones, la creatividad y la persistencia fueron claves para que esto no decayera y se mantuviera en la palestra hasta el día de hoy.
Meses de paros, tomas, gritos y piedras en los cuales los estudiantes pidieron demandas justas como la gratuidad y el fin del lucro en la educación.
Pero ¿todo este esfuerzo valió la pena? ¿Todos estos meses de movilización trajeron frutos? Fuera de la rebaja de arancel o las becas de las cuales el gobierno tanto se jacta, la ganancia mayor se encuentra en el cambio de mentalidad de un país, que hoy  no se esconde y sale a marchar por lo que cree justo.
Ahora el ciudadano tiene la certeza de que si algo no le agrada puede protestar, organizarse con otros ciudadanos que piensan similar, tratar de cambiar las cosas  y luchar.
Los estudiantes saben que si no luchan ahora, les espera un futuro endeudado, ya que la promesa de la movilidad social no es más que una frase bonita recontra utilizada en la propaganda política. Los jóvenes están siendo participe de la construcción de algo nuevo, que independientemente de los resultados del movimiento, se sitúa como las ganas de avanzar que tiene  un pueblo que ya no volverá a callar.
Este descontento ciudadano ha sido percibido por todo el mundo a través de los medios de comunicación extranjeros, quienes han sido un arma fundamental en la batalla contra un gobierno que se niega a transar y hace creer al mundo que Chile es una maravilla.
 La ciudadanía   no  quiere tan solo una mejora en el sistema educativo, sino un cambio de paradigma en la educación chilena, en donde el sistema pase de ser cuantitativo a ser  un sistema cualitativo, valórico, ético e igualitario. Este  cambio de paradigma nos acercaría al tal ansiado “desarrollo”.
 Una educación de calidad mejoraría el nivel de vida en el conjunto de una sociedad, aumentaría las tasas de crecimiento económico, el surgimiento de un pensamiento crítico en los jóvenes, entregaría herramientas para el  desarrollo social y cultural de un país. Y lo más importante, nos permitiría avanzar en la construcción de un país democrático.


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